Con la publicación del Decreto 879, de este viernes, publicado en el Boletín Oficial, se deberán establecer tarifas máximas y mínimas para vuelos de cabotaje, debiendo ser presentadas por el Ministerio de Transporte en un lapso de 180 días
La decisión fue tomada particularmente por el presidente Alberto Fernández, el Jefe de Ministros, Juan Manzur, y el Ministro de Transporte, Alexis Guerrera. Siendo la excusa del Gobierno, para la implementación de la medida, asegurar una buena prestación de los servicios públicos, y del transporte aéreo, velando así por el interés general.
Cabe destacar que las bandas mínimas ya habían perdido vigencia en el año 2014, durante el último mandato presidencial de Cristina Fernández de Kirchner, siendo totalmente erradicadas, en 2018, por el gobierno de Mauricio Macri, debido al entorpecimiento que estas causaban a las líneas aéreas low cost, y su llegada al país.
A pesar de este cada vez más avasallante perjuicio, para con las aerolíneas que compiten con Aerolíneas Argentinas, esta última continúa y continuará con grandes sumas millonarias de pérdidas, con la diferencia no menor de que dichas pérdidas, se solventarán con el dinero recaudado por el Estado, es decir, nosotros.
El premio a la eficiencia, y la competencia honesta no es una opción que esta medida reconozca para su supuesta intención, el mejoramiento y la sostenibilidad de la industria del transporte. Se estima que las pérdidas de Aerolíneas Argentinas serán este año de 600 millones de dólares, mientras que las del año pasado, cerraron en 700 millones de dólares.
Paradójicamente, una de las cuestiones principales que cuestionan los sectores de la industria de transporte aéreo, es precisamente algo sobre lo cual el Gobierno parece no atender, como son los altos impuestos, la poca proyección a futuro, como la falta de ética a la hora de establecer las normas, las cuales terminan perjudicando aún más al sector, como ocurrió hace poco con el polémico asunto de las cuotas.
Pero esto no sólo afecta a las empresas que buscan ofrecer un servicio, sino también a todos los demás ciudadanos, que verán cada vez más reducida la oferta para poder elegir libremente con qué compañía viajar. Todo este tipo de cuestiones afectan siempre más que nada al hombre de a pie. Muchas empresas pueden resistir los golpes, aunque los mismos no se justifiquen, pero la persona, o la familia que viene ahorrando desde hace tiempo, para poder emprender un viaje, con muchísimo esfuerzo, será la que tal vez deba desistir de su intento de querer darse un gusto de vez en cuando.
El discurso buenista, siempre tiene las mismas características, acá y en cualquier parte del mundo. Es la justificación de todos los gobiernos que pretenden controlar más cualquier sector, no sólo este, como así las víctimas de estas medidas, también siempre son las mismas.