A medida que se avanza en el tiempo, los temas centrales se van profundizando cada vez más. No es fácil atender todos los frentes que se van abriendo con el correr de los meses. Evidentemente, nuestro país viene cargando una herencia que se transmite de gobierno en gobierno, a través de las décadas y cada vez se acrecienta más en lugar de disminuir. Se tapan agujeros y se sigue, pero no se terminan de resolver las cuestiones de fondo. Aquellas que son las causas de cada una de las crisis. Si tenemos una herida, no la vamos a curar utilizando un apósito. Si no la esterilizamos, es posible que el taparla, simplemente no nos deje ver si se produce la infección. Arreglamos con los bonistas y estamos tratando de hacer lo mismo con el Fondo. Está bien, es correcto. Hasta está bien realizado. Esto, lo vienen repitiendo los distintos gobiernos que se van sucediendo. Está muy claro, es mejor pagar para poder continuar en la vidriera global. Peor sería no hacerlo. Nos condenarían y estaríamos, todavía en peor situación. Si es que existe, un escalón más abajo. Hasta ahí, la movida es la que corresponde. Pero no solucionamos la verdadera razón por lo que se producen estos desequilibrios. El motivo principal es que tenemos mayores gastos que la recaudación que podamos generar. Esa es la crisis. Ese es el déficit. Cuentas básicas de un hogar o el almacenero. para explicarlo en palabras concretas y claras. Hasta que no logremos resolver las fallas contables estructurales, no saldremos del laberinto. Continuaremos dando vueltas y vueltas y no encontraremos la salida. Si uno se enferma, lo primero que debe hacer es aceptar esa circunstancia y acudir al médico en busca de un diagnóstico. Una vez conseguido, resta elegir el mejor tratamiento para curarse. Parece tan simple. Pero los problemas más sencillos son los más difíciles de solucionar. Hay que tener la mente sana y dispuesta a tomar la actitud de definir una manera de salir de él. En esta actualidad, la pandemia nos ha afectado, como a todo el planeta. Pero a nosotros mucho más porque venimos con pre existencia de dolencias muy graves que debilita nuestro aparato de defensa y nos convierte en muy vulnerables. Valga la simbiosis con la salud, pero nos referimos a la debilidad de la economía que no puede tener inmunidad frente a las crisis potenciadas por la emergencia sanitaria. Una gran caída de la recaudación por la disminución de la actividad productiva. Un gran aumento de la inversión en adecuar la 

infraestructura sanitaria. El cierre de empresas y comercios. Que genera la pérdida de, aún más, fuentes laborales. Veníamos mal y estamos peor. Acabamos de mencionar a dos de los frentes abiertos en este presente argentino. Las emergencias sanitaria y económica. Que vienen juntas y están entrelazadas, por algunas de las cuestiones comentadas. Tiene que ver con que el Estado, ha necesitado agregar a sus gastos, ya desproporcionados para equilibrar las demandas sociales por la pobreza y la desocupación. Todo lo que debió invertir para adecuar la estructura obsoleta del sistema sanitario. Que era incapaz de contener la atención de la multiplicidad de casos que produce el Coronavirus. Estábamos mojados por el agua del lago y se largó la tormenta. De mal en peor. Otros países estaban mejor preparados. Con sus recursos sanitarios y con sus fondos económicos, también fueron golpeados, pero podrán salir con mayores posibilidades. Es necesario que comprendamos, hasta que punto estamos comprometidos, para que pongamos toda la energía en atender estas prioridades. Que son las principales. Las primeras que deben ser resueltas. Es el peso de 45 millones de argentinos que se ven involucrados en esta situación crítica con urgencia de definición absoluta. No se puede dejar para mañana. La reacción debe producirse de manera inmediata. Pasado es tarde. Cada vez más en el pozo. No hay tiempo para distracciones. El foco es este. Salir de la emergencia sanitaria. como corresponde, si hay que invertir en testeos hay que hacerlo, pero hay que pararlo porque esto no termina más. Se alargó demasiado. Es comprensible al principio, la intención del retardo en la detección de casos para dar tiempo a mejorar las capacidades de atención sanitaria. Pero a esta altura, cerca de los siete meses, ya no queda otra alternativa que acelerar la lucha para descubrir los contagios y aislar a los infectados, no al resto. Estos deberán extremar las medidas de prevención. Pero el tema es detectar a los contagiados que circulan libremente y propagan el virus sin cesar. En la otra crisis fundamental, que es la económica. También, la lucha debe comenzar ya mismo. Hay que unirse como si fuéramos hermanos de verdad. Que es como debemos actuar los argentinos. Nos une el lugar de nacimiento. La misma casa. Las discusiones por el color de la camiseta, dejémosla para cuando tengamos resueltas las urgencias y tengamos tiempo para ocuparnos de temas intrascendentes y pueriles. Porque ahora está en juego, el trabajo, el pan de cada día, la vida. Si la vida de los argentinos está en juego. Así de profundo es el problema. No es para andar con superficiales temas personales o ideologías de tono menor. La vida hay que protegerla de la enfermedad y del hambre, que también conduce a la muerte. ¿Nos ponemos los pantalones o seguimos jugando a la play? El llamado es para todos los que miran para otro lado y pierden el tiempo con jueguitos de mesa como la supuesta política exterior o los problemas de la Justicia. Ese jueguito no nos interesa a los que poblamos estas tierras. Tenemos temas más prioritarios. Esas pavadas las podrán atender cuando estemos tranquilos y no tengan otra cosa que hacer que dedicarse al ocio. Depongan las actitudes personales y egoístas La grandeza de un ser humano no se compra en el shopping. Se demuestra 

cuando las personas están hechas de buena madera. Parece que, en estas tierras, esa madera se agotó en la construcción de los próceres que fundaron esta república. Se acabó, parece ser. Hasta que demuestren lo contrario.