Los $50.000 millones emitidos por el Banco Central el 22 de septiembre, vienen a sumarse a otra gran suma de $60.000 millones, emitidos el 15 del mismo mes. Un total de $110.000 millones, y una máquina que parece no tener ningún tipo de reparo, sobre todo luego de la derrota en las PASO del oficialismo. La emisión ya es más del 10% de lo que se había emitido en todo el año. 

A su vez, esto no fue lo único emitido durante el mes de septiembre, ya que el día 3, la emisión fue de $60.000 millones y el día 8, $80.000 millones. Siendo así, la emisión total del mes, de $250.000 millones. 

Si tenemos en cuenta, la emisión de los meses pasados: $50.000 millones en mayo, $90.000 millones en junio, $180.000 millones en julio, y $200.000 millones en agostos, podremos notar, que la tendencia de emisión posee un preocupante carácter ascendente, con un total de $960.000 millones. 

No cabe duda, de que este dinero, puesto en la calle, repercutirá en un mayor índice de inflación, y en su consecuente distorsión del sistema de precios. Sin embargo, es muy común escuchar, que esta consecuencia es favorable, ya que pondrá en marcha el motor de las industrias, reparará el daño del parate económico en ciertos sectores de la economía, y garantizará el empleo. Nada más alejado de la realidad. 

Lo recién expuesto, proviene de una fácil confusión, para quien no comprende la gran diferencia entre dinero y riqueza. Y es que, es sencillamente imposible crear un nuevo poder adquisitivo de la nada. 

Lo que en verdad se pretende con la inflación, es lograr una elevación general de los precios, en relación con el nivel general de los salarios, restableciendo un equilibrio viable, y estimular la recuperación de los sectores más dañados de la economía.  

Pero he aquí, que el remedio resulta peor que la enfermedad. 

Como bien se ha demostrado, la inflación repercutirá en una distorsión del sistema del mercado, mediante el cual, la ansiada riqueza es producida, cubriendo de ilusión este proceso económico y de libre interacción. La inflación no sólo engaña a las personas, sino que las dificulta aún más a largo plazo, destruyendo su poder adquisitivo en el futuro. 

Solemos confundir nuestro grado de riqueza con nuestros ingresos monetarios, y mediante esta falsa ilusión, es por donde nos engaña la inflación. Pero la mayoría no percibe, que a la vez que su salario se alza, también así lo hace su costo de vida. Por lo que, en realidad, su ganancia no fue más que una mera autosugestión, producto de la hipnosis producida por la emisión del BCRA.