Rusia confirmó este martes, que su ejército ha lanzado la temida ofensiva que se esperaba en el este del país. Acompañada de un masivo ataque de artillería, que se extendió desde la ciudad de Járkov, en el noreste del país, hasta el área de Jersón y Mykolaiv, en el sureste.

«Ha comenzado otra fase y estoy seguro de que será un momento muy importante de esta operación especial», afirmó el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en una entrevista con la televisión de India. Sosteniendo el discurso de Moscú, que sigue negando que esto sea una guerra y lo considera una simple «operación especial».

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, alertó en el mismo sentido el lunes por la noche cuando dijo que las tropas rusas habían «comenzado la batalla de Donbás, para la que se han estado preparando durante mucho tiempo. Han dedicado a esta ofensiva una gran parte de todo su ejército ruso. No importa cuántos soldados rusos traigan aquí, lucharemos. Nos defenderemos».

El ministerio de Defensa ucraniano señaló que, en los primeros combates, sus fuerzas han repelido siete ataques rusos en la zona de Donetsk y Lugansk, las dos provincias de Donbás. Destruyendo más de una veintena de vehículos blindados, un avión de combate Su-30 y cuatro drones.

El gobernador de Luhansk, Serguii Gaidai, describió la situación como «un infierno», en un texto que publicó en su página de Facebook. Los rusos, apoyados por salvas masivas de artillería y aviación, han capturado ya la ciudad de Kreminna. Ahora pelean por las villas de Roubijne, Popasna y Marinka. Esta última llegó a ser controlada por las fuerzas de Vladimir Putin -como reconocieron los ucranianos- pero más tarde fue recuperada «tras un contraataque«.

«El enemigo sufrió pérdidas y se retiró», informó el ministerio de Defensa de este país. La refriega se intensificó también más al sur, en la región de Zaporiyia. Calificando la situación de «muy grave», Serguii Gaidai pidió la evacuación «inmediata» de toda la población civil de su región. «No hay tiempo para reflexionar. El que se quede morirá», anunció el responsable local.

Cambio de estrategia

Moscú ha cambiado profundamente su estrategia para iniciar este ataque concentrando ahora en un pequeño espacio un total de 76 agrupaciones tácticas. Frente a las 120 que utilizó en el asalto inicial, dispersas a lo largo de una enorme línea que se extendía desde Bielorrusia hasta la Península de Crimea.

Los expertos estiman que esas unidades suelen incluir entre 700 y 1.000 soldados, lo que supondría que Moscú ha lanzado hasta un máximo de 76.000 uniformados al campo de batalla. El propio ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, reconoció que esta vez sus tropas se moverán de forma «metódica» para «liberar» Donetsk y Lugansk. No de la manera alocada con la que desempeñaron durante la ofensiva inicial, que acabó en debacle.

Los testimonios procedentes de la región hablan de avances limitados en grupos reducidos para probar las defensas ucranianas. Kiev tenía unos 30.000 soldados desplegados en la zona antes del inicio de la presente invasión, que han sido reforzados en las últimas jornadas por tropas provenientes del oeste.

Regreso de exiliados

Todavía no se puede anticipar cuál será el impacto de esta acometida sobre la población ucraniana que había comenzado a regresar a ciudades como la propia Kiev. Las autoridades locales aseguran que el pasado fin de semana la cifra de ucranianos que volvieron al país comenzó a superar a las que huían.

El departamento de Fronteras ucraniano dijo que ya han vuelto 1 millón de ciudadanos de este país. El alcalde capitalino, Vitali Klitschko aseguró, por ejemplo, que la principal localidad del país tiene ya una población de 2,12 millones de residentes. Frente a los cerca de 3 millones que albergaba antes del inicio de la guerra.