Con 132 votos en contra, 121 votos a favor, y una abstención, el oficialismo sufrió una derrota en el Congreso, por lo que no se pudo aprobar su proyecto del Presupuesto 2022.

El discurso de la intervención de Máximo Kirchner, a su vez generó bastante polémica, y un clima tenso que terminó por confirmar la decisión de la oposición de no apoyar el proyecto. Señalando la culpa de los mismos por el endeudamiento del país con el FMI, afirmó que la aprobación de este proyecto, es la única forma en que no se rompan las negociaciones, posición aceptada también por Sergio Massa, y Alberto Fernández.

Esto se debe, principalmente, a que una de las condiciones impuestas por el FMI, es precisamente el acuerdo de los sectores políticos para confirmar el presupuesto, y de esa forma poder continuar adelante con las negociaciones. Es un misterio, hasta ahora, el plan a seguir por el Presidente de la Nación, junto con el ministro de Economía, Martín Guzmán.

Sin embargo, el rechazo final al proyecto, abarcó un amplio espectro de grandes sectores de la oposición, entre los que se encontraron: Juntos por el Cambio, Frente de Izquierda, Interbloque Federal, y los sectores liberales. A su vez, no prosperó el pedido de postergar el debate para el próximo martes, que solicitaba la vuelta a la comisión del proyecto y convocar al ministro Guzmán.

Uno de los puntos claves en contra del proyecto, fue la falta de seriedad del mismo, y la poca falta de compromiso para con las urgentes soluciones que necesita el país en materia económica. Además, la implicación de una política repetitiva y profundizadora de los daños del déficit, difícilmente convenció a varios sectores a dar el sí.

En sí, más allá de los supuestos escenarios caóticos anunciados por el oficialismo, ante la negativa de la aprobación del Presupuesto 2022, cabe preguntarse si efectivamente, sus demandas pueden realmente ayudar al sostenimiento de la economía, o todo lo contrario. No es un misterio que el déficit fiscal es un problema grave, y que ni el continuo endeudamiento, ni la emisión podrán aligerar los efectos negativos que este acarrea, sino que los hacen crecer.

Esperemos que la próxima vez, se pongan en velo verdaderas propuestas que permitan un crecimiento genuino y sostenible del país, sin confiar en falsos acuerdos o promesas utópicas, que siempre se han agarrado de los pelos con la realidad. El bolsillo del argentino, no necesita más papeles de colores sin valor, necesita respirar y nutrirse de los beneficios de una economía sana.