Un más que centenario ícono porteño, la Confitería del Molino avanza rápidamente hacia su total renovación y apertura al público, luego de muchos años de abandono: en tres meses se licitarán la concesión del salón de Baile, el bar donde se podrá apreciar sus exquisiteces.  

Además, será habilitada la terraza del quinto piso con vista a Plaza Congreso del legendario edificio de la esquina de Rivadavia y Callao. Mientras tanto el interés del público por ingresar al lugar va en aumento: este 8 de julio se habilitó su apertura y los 8.000 cupos que se ofrecieron ya están agotados. Por eso, se abrió una nueva fecha para el jueves 21 de julio. Aparte de la tradicional recorrida por los salones y la confitería, los visitantes podrán visitar el subsuelo, la cúpula, disfrutar de música en vivo y de exposiciones de objetos históricos.

La Comisión del Molino informo que «se comenzarán a realizar visitas periódicas al edificio, para que la comunidad pueda ver el avance de un lugar histórico de Buenos Aires que, con el esfuerzo de trabajadoras y trabajadores del Congreso Nacional, pronto volverá a ser ese punto de encuentro para quienes quieran disfrutar de un café y su emblemática pastelería».

Visitas guiadas

Las visitas se harán si o si con inscripción previa. Quienes consiguieron anotarse deberán llevar la confirmación impresa o en el teléfono móvil ya que las entradas son intransferibles. El recorrido dura 40 minutos y se hace por escalera. Se podrá visitar el primer piso, la planta baja y el subsuelo.

Una vez finalizado, es opcional el acceso a la azotea, ingresando por Av. Callao 32. También, desde la Comisión se invita a continuar participando activamente de la recuperación histórica, acercando fotos u objetos que consideren que puedan formar parte del museo de sitio a instalarse en el Molino.

Breve historia del emblemático sitio

Declarada Monumento Histórico Nacional, fue testigo de muchos acontecimientos políticos y sociales de nuestra historia. Comenzó a ofrecer sus servicios a fines de 1800, cuando los pasteleros italianos Constantino Rossi y Cayetano Brenna abrieron en Rodríguez Peña y Rivadavia la «Confitería del Centro»: en 1866, cambiaron su nombre por el de «Antigua Confitería del Molino», como un homenaje al Lorea, el primer molino harinero a vapor en la ciudad.

Los gastronómicos inmigrantes decidieron salir a buscar inmuebles por la zona y en 1904 compraron la esquina ubicada en las avenidas Rivadavia y Callao: su proyectó incluyó la compra de muebles especialmente traídos desde Italia, con cristalería de primera línea, detalles de mármol colosales, vitrales, manijas y terminaciones de bronce.

El 9 de julio de 1916, en conmemoración del Centenario de la Independencia, se reinaguró como «Confitería del Molino», transformándose en el ícono del art nouveau en la Argentina. En 1930, vivió uno de los momentos más duros de su historia: durante los días del funesto golpe de Estado que derrocó a Hipólito Yrigoyen, el lugar sufrió un incendio y cerró sus puertas. La reconstrucción demandó casi un año de trabajo.

La confitería fue conocida como la «Tercera Cámara» porque era el espacio de encuentro por excelencia entre senadores y diputados nacionales. Además de una gran cantidad de figuras de la política, por este espacio circularon artistas célebres de la historia del país, como las actrices Niní Marshall y Libertad Lamarque y escritores de la categoría de Oliverio Girondo y Roberto Arlt, quienes además escribieron sobre este tradicional lugar de Buenos Aires.