Todos eran buenos y grafican los que nos está pasando. Es lamentable lo que ocurre. El mínimo gesto del gobierno de generar un acuerdo entre las partes representativas origina una catarata de respuestas para desarmar cualquier intento de consenso. Lo opuesto al objetivo del bien común que es lo que debería movilizarnos a todos los argentinos. Los casi cuatro meses de cuarentena han atacado, además de la salud mental y física de los argentinos, a la economía de un país que venía dando tumbos hace unos cuantos años. Esta situación produce un resultado negativo para Argentina. Es una de las peores crisis de la historia. Necesitamos fortalecernos para recuperarnos. Para eso, hay que tirar TODOS, para adelante. Sumar las fuerzas y no poner rocas en el camino. Si no estamos unidos para eso, todos seremos arrastrados hacia el precipicio. Estamos transitando uno de los peores momentos en la historia de nuestro querido país. Esta es la peor crisis económica que nos tocó vivir. Casi la mitad de la población dentro del estado de pobreza. Cierre de infinidad de empresas, del tamaño que sea, Chica median, grande cuentapropista, etc. Alta desocupación. Si nos preguntamos ¿qué es lo que nos llevó a esto? Deberíamos enfocarlo en dos motivos principales. El primero, la pandemia global, que dejó a todos los países debilitados económicamente. Al nuestro mucho más, por la vulnerabilidad provocada por más de una década de errores terminales en la falta del manejo eficiente del sector. Lo que nos coloca en un lugar de difícil salida. Este es el momento en que deben aparecer aquellos que serán reconocidos en los libros de historia dentro de veinte o treinta años.

Como cuando los chicos de ahora leen quienes integraban el Cabildo Abierto del 25 de mayo de 1810 o el Congreso de Tucumán. Esos fundaron nuestra patria. Las calles y pueblos llevan sus nombres. Del actual plantel de dirigentes, ¿cuáles pasaran a la historia? Atención, también pasan a ella, los que juegan en contra. Pero perduran potenciando esas conductas. También por eso serán recordados. Como los que produjeron el mal. Al que le tocó hacerse cargo de este período de la administración de gobierno, Alberto Fernández, no le va a resultar fácil. Debe armar un frente coordinando con la oposición para sumar tropas para darle el mejor combate al enemigo real de la patria. En este momento, dos, la pandemia y la economía. La salud y el trabajo. No es fácil acordar entre oficialismo y oposición. Cada uno cuida su quintita. Mentes pequeñas. Falta de la grandeza para ser protagonistas. Simplemente buscan famas perecederas. Pero lo peor pasa por adentro de los espacios. En el oficialismo y la oposición lo primero que deben solucionar son las disputas internas. En la oposición el ala dura y el ala blanda. Los que mantienen un trato de colaboración con el gobierno porque son los que todavía gestionan en sus distritos y los que apuntan a polarizar la grieta pensando que esa es la estrategia que los hará conseguir votos para las próximas elecciones. Que es el mismo objetivo de los ultras del kirchnerismo que también adhieren a la teoría del amigo-enemigo. Hay que tener un enemigo y empoderarlo, Cuanto más peligroso es y cuanto más lo denigremos más fuertes nos haremos para ganarle. Estrategias que nos llevaron a este estado de confrontación que nos hizo llegar el peor de los extremos. El odio, tan mencionado por estos días. Odio por el otro. Paren la mano, somos todos argentinos. Iguales orígenes, idioma, educación, historia, religiones. Hermanos, Carajo. Dejen de joder. “Si entre hermanos se pelean los devoran desde afuera”. No aprendimos ni lo básico. Terminemos con esto. Hasta donde lo vamos a llevar. ¿A una guerra civil fratricida? Los que todavía conservan parientes que estuvieron en esos trances en Europa, consulten cuanto de mal la pasaron en esas etapas de su historia. Tan horrible fue todo eso, que maduraron y ahora son más inteligentes para manejar sus naciones. Será posible que no podamos aprender de la experiencia extrema de otros y que tengamos que vivirla para sacar una conclusión positiva de ellas. No nos lleven a ese lugar. Los que así no lo sientan, seguramente serán unos pocos, que se peleen entre ellos. En un ring que se suban y se saquen ese odio matándose a trompadas.

Pero no nos arrastren. La absoluta gran mayoría del pueblo quiere vivir en paz en la tierra de promisión que siempre fue Argentina y que nos unamos para cumplir el destino de grandeza al que nos obligó el Gran Creador cuando privilegió a estas tierras con todas las riquezas posibles para que podamos convertirla en una gran nación. Esa misión encomendada, fuimos hasta ahora, incapaces de cumplirla. Estamos en deuda con nosotros y nuestra descendencia por nuestras propias y equivocadas decisiones, que nos llevaron de fracaso en fracaso. 204 años son bastantes como para que maduremos y podamos tener la claridad, inteligencia y capacidad de torcer el rumbo del infortunio por el cual venimos transitando y empecemos a subir la pendiente hacia arriba para conseguir el desarrollo y el crecimiento. Necesitamos de los buenos argentinos, los de buena voluntad, para tirar juntos hacia adelante y no caer en el precipicio. También que los que colocan rocas por delante, reaccionen para unirse o se alejen de los lugares de confrontación. Necesitamos a los argentinos que amen a su país y a sus compatriotas. No hay lugar para otros objetivos, ni para el odio.